viernes, 24 de febrero de 2012

Único médico

ÚNICO MÉDICO

A ti me dirijo, Cristo,
como mi único amor
y refugio.

Con mis heridas que lloran,
con mis ojos cegados,
con mi cuerpo en lágrimas.

Nada quiero ya más
de los ídolos falsos,
de otros dioses
con sus falsas doctrinas,
con sus falsas palabras,
con sus falsas promesas.

Nada quiero de mundos satánicos,
nada de los falsos ídolos
que destruyen vidas,
que destruyeron la mía,
sin compasión, sin ciencia,
sin ningún amor.

Roto mi navío en el mundo,
roto mi cuerpo
como un paisaje destrozado,
todo roto por los falsos dioses
con furia, como un papel que se arruga,
que se estruja con rabia
y que después se desecha en la basura.
"El siguiente", oigo y oigo.
El siguiente entrando
en los mundos del infierno.

Para ti será mi amor, Cristo,
a nadie más lo daré
nunca jamás. Solo para ti
será mi alma. A tu cuidado
pongo mi cuerpo, toda mi vida
hecha jirones por los ídolos vanos,
nublada como noche
por los ídolos falsos.

Y huyo de los caminos demoníacos,
de su hediondo olor,
de su hosca mentira,
huyo de los falsos templos
(muertos palacios helados),
del país de los ídolos falsos.

Tú eres el único médico;
con amor eternamente vas sanando.
Amor mío, amor sincero,
al puerto más lejano
condúceme en tu barco,
allá donde la misma lejanía
haga olvidar para siempre
la mano de cuchillo y de horror
de los ídolos falsos,
su sombra de infierno.

Amor mío, amor mío,
hoy te doy para siempre
mi existencia toda, la luz que es tu luz,
y este cuerpo machacado y cortado
por el hacha, mi cuerpo
serrado y abatido por ladrones,
mis ojos vaciados por los ídolos falsos.

Señor, amor mío, para ti todo, todo,
todo para siempre.

Juan Bielsa