martes, 6 de noviembre de 2007

 

SALA DE MEDITACIÓN

Sala de meditación - Pintura original de Juan Bielsa
Pintura original de Juan Bielsa
Óleo sobre tabla
60'6 x 73 cm

 

 

Una vida irreprochable

El tema de la felicidad siempre será un tema discutido, debatido. ¿Cómo acercanos a ella, cómo abordarla, cómo vivirla? Existen tantas aproximaciones posibles...

Efectivamente, todo el mundo desea la felicidad, y la desea, lógicamente, ahora.

La aproximación kantiana a la felicidad no es ciertamente baladí. Uno debe hacer lo que cree que debe ser hecho, Uno es coherente con sus principios y sus metas y hace lo que mejor encaja con la ruta que conduce a sus sueños, haciendo caso omiso a las deslumbrantes seducciones externas que de forma continua interfieren con ellos. De ahí surge la satisfacción del trabajo bien hecho, de hacer lo que demanda ser hecho, independientemente de la gratificación inmediata... Es un enfoque tan válido como cualquier otro. ¿Acaso existe una satisfacción semejante a la de realizar una tarea, un trabajo, una misión, que decidimos reflexivamente que debía ser llevada a cabo?

Hacer el bien (el "bien", sí, en su acepción más sencilla, más entendible), hacerlo a nosotros mismos y a los demás, y además hacerlo de tal modo que no deje espacio a la ambigüedad y a la pérdida desconsiderada de tiempo. Cumplir lo que deseamos aportar al mundo, cartografiar la ruta y seguirla. Y al final de cada jornada, al vislumbrar los hitos de nuestro caminar, sentir que el mundo también brilla más alegre, por qué no, gracias a la humildísima aportación de nuestra pequeña-gran luz.

No tener nada (o poco) que reprocharnos al final del día, de la semana, del año, de la vida. Aquí existe un gran placer, real, hondo, no un instante fugitivo de fruición sin sentido.


Juan Bielsa

 


Retórica y silencio

Al principio de las catástrofes, y cuando han terminado, se hace siempre algo de retórica. En el primer caso, aún no se ha perdido la costumbre; en el segundo, se ha recuperado. Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad, es decir, al silencio.

Albert Camus