martes, 31 de julio de 2007


Vía  Estelar

Pintura original de Juan Bielsa
Óleo sobre tabla
60'7 x 48'5 cm


TACONES  PARA  SUEÑOS

Resulta asombroso el tremendo efecto favorecedor de algo tan sencillo como unos bellos tacones para realzar la elegancia de una mujer, de cualquier mujer. Son los tacones, unos tacones bonitos, como un pedestal que sublima la feminidad exterior hasta límites estéticamente sorprendentes. ¿Cómo esos zapatos para ocasiones especiales, algo tan pequeño en apariencia, puede elevar a la mujer a tan suprema distinción en el vestir?

Obviamente, los tacones, sobre todo los de agujas altísimas, sería insufrible llevarlos demasiado a menudo, pero aun que se llevasen de forma esporádica, me imagino que la sensación de refinamiento que pueden proporcionar a una mujer se extenderá a las horas en las que en la casa lo que toca es llevar las más modestas _y liberadoras, en otros aspectos_ zapatillas, como un delicado perfume impregna con sus aromas el interior del recuerdo cuando ya las gotitas de fragancia se han volatilizado.

Siempre abordo temas como la estética, o la moda, como si estuviera asistiendo a una ficción, a algo efímero, a un espectáculo que no revela lo esencial. Y sin embargo, creyendo no contradecirme, en espléndidas ocasiones ¡qué ficción fascinante, que magnífica luz efímera, qué espectáculo reconfortante, aunque esté tintado de algo de vanidad y traspasado de comercialismo! Lo esencial es no perder la perspectiva: que estamos delante de una maravillosa ficción.

Los tacones forman parte de la función de la belleza. La feminidad que a la postre seduce, después de acabada las fiestas externas de la vida, es aquella que brota de un corazón libre de mujer. Pero quizá también los tacones bellos, y el sentirse ascender en el frescor de la elegancia, aportaron su caricia de cielos limpios, su pequeña y reconfortante llovizna de belleza.

Yo no soy mujer, pero me intrigan los pequeños y altos tacones. Quisiera trasladar su poder estético a otros ámbitos. Yo nunca llevaré tacones. Otra pena de ser hombre. Tendré que buscar otras maneras para sentir el aire estratosférico de la elegancia. Buscaré tacones interiores, tacones maravillosos para sueños, tacones dorados de bondad, tacones como joyas de compasión, tacones altísimos para resonar en las alturas de las ilusiones. Que son también, y sobre todo, los verdaderos tacones, hermosísimos, que como un pedestal eternizan la verdadera belleza de la mujer, o de cualquier ser humano.

Juan Bielsa