Labios de aquel sol
Esta soledad, este silencio,
este aire, este frío
vienen con ráfagas
de recuerdos.
Soledad, silencio...
Aquí las palabras ya no sirven
mucho, son como herrumbrosos
aperos viejos.
Hierbas salvajes como cabellos
al viento, acariciadas
por manos, labios de aquel sol;
yo os recuerdo.
Hierbas besadas
por los rayos de sol
del sueño, aquí os tengo.
Sí, ya sabemos,
la Tierra ya murió
para aquel que no tenía más tiempo,
aunque siguió girando, rodando,
envuelta siempre en deseos,
miles de estrellas orando
sobre los fuegos y hielos.
Después del viaje
del silencio
respiramos aquí otras
esperanzas y perfumes nuevos,
aquí entre otras flores
eternamente contemplamos
otros colores y otros cielos
sin nubes candentes,
sin paisajes de lava torturada;
Venus no brilla, como un espejo,
cuando el día va naciendo
o cuando acaba,
su luz no engaña.
El sol viejo
parece ahora una estrella adormilada
entre infinitos negros;
desde un Neptuno azul
era un punto de luz que, casi ciego,
adiós iba diciendo
con temblorosos ojos muertos.
Ahora: otros besos
de otro sol
sobre otras hierbas,
otro viento
va barriendo nuevas sendas
sobre otros campos en silencio.
Y vemos mundos
que ya no son más
que un puñado de polvo en vuelo
culebreando y deshaciéndose
en un juego,
humo breve;
recuerdos.
Juan Bielsa
Puedes leer el poema en su versión original en mi blog en aragonés: Labios d'aquel sol.