Cuando miro de forma retrospectiva en el tiempo, puedo comprobar que en mi vida he hecho muchas buenas elecciones, pero también... cuántas elecciones incomprensibles, malas elecciones.
La vida es como un gigantesco muestrario, y estamos eligiendo constantemente con qué nos quedamos, qué incorporamos, qué desechamos.
Qué importante es saber elegir lo más conveniente, lo más deseable no en el instante, sino en la balanza total de nuestra vida. La gratificación momentánea es importante también, no es minimizable, pero si no se encuadra en un marco más amplio de todo aquello que más nos conviene a largo plazo, puede ser fuente de mucho dolor.
Un blog tiene sentido si se dice la verdad. Bien, mi verdad es que en mi vida me he equivocado muchas veces y además en ocasiones en cuestiones fundamentales. Hoy, evidentemente, ya no haría lo mismo si tuviese veinte años. Sobre todo en aquellas áreas clave sobre las que se asientan los andamiajes del sentido de la vida, de la felicidad y la paz. Rectificar es difícil, y se va haciendo más difícil con el tiempo.
Sí, ¡cuántas malas decisiones! ¡Qué pena! Sobre todo qué pena cuando ya ha pasado tanto tiempo. ¡Qué importante es el tiempo! Sí, efectivamente, el tiempo es la vida, y malgastar una sola hora en lo inconveniente es malgastar la vida.
¿Qué es lo conveniente, qué lo inconveniente? No, no todo es blanco o negro, y los errores constituyen un importante motor en la vida. Todo esto es verdad. Y, sin embargo, el tiempo pasa, y se amontonan lo oscuro y el bagaje de equivocaciones, cada vez más difícilmente eludibles, con sus semillas germinando por doquier. Buda tenía razón, cada deseo y cada acción, cada opción, conllevan su reguero inevitable de consecuencias. Por eso es tan importante saber elegir con discernimiento, intentarlo al menos. Porque las penalizaciones que nos infligimos a nosotros mismos y que podemos infligir a los demás por no hacerlo así son tremendas.Yo creo que vivimos dos vidas. La que vivimos realmente y aquella otra que pudo haber sido y no fue y no es. La vida que observamos con los ojos, con su abrumadora carga de inevitabilidad y gravedad, y aquella otra en la que pudieron haber germinado espléndidamente nuestros sueños, y que ya se va perdiendo en la lejanía, inalcanzable.
Yo creo que en un blog se escribe para intentar decir la verdad.
Gracias doy a Dios por todas aquellas elecciones que hice en el pasado y que me han conducido por caminos de felicidad, que me han llevado en muchas ocasiones a ser generoso hacia los demás.
Pero cuánto, cuánto pesan las malas decisiones, las malas elecciones. Qué peso tan gigantesco han ido acumulando sobre mis hombros a través de los años. Sí, Buda tenía razón, no hay forma de eludir las consecuencias de cualquier acción. Su fruto y su peso, bueno o malo, leve o abrumador, siempre llega, puntual como cada segundo de la vida.
Juan Bielsa