Y bien, ya se han celebrado las elecciones europeas. Y como siempre tras unas elecciones, los partidarios de los diferentes partidos intentan "leer" los resultados de la forma más favorable a sus intereses, desde el lado más positivo posible. En ocasiones, prácticamente todos los partidos reconocen haber ganado... en algún aspecto.
Sin embargo, para cualquier observador imparcial, una cosa queda meridianamente clara. Sin restar un ápice de legitimidad a los resultados, cabe decir que en estas últimas elecciones europeas ha ganado... la abstención. Que en este tipo de elecciones la abstención sea la "norma" no quita gravedad al hecho, más bien eterniza el desastre.
En numerosas ocasiones se suele recurrir a pensar, por parte de políticos y analistas, que la gente tiende a ignorar las importantes decisiones que se toman en Europa, que no es consciente de que muchos temas claves que nos afectan se regulan desde las instituciones europeas...
Yo creo que no es ese el tema. En general la población sí conoce que estamos en una Unión Europea con un peso político considerable.
Pero... ¿qué Europa se desea construir, qué Europa se está construyendo? ¿Es una Europa ilusionante? ¿Es una Europa que apoya a los más débiles también? ¿Es una Europa que apuesta por un liderazgo mundial en ecologismo, en derechos humanos, en creatividad? ¿Es una Europa de la dignidad de los trabajadores? ¿Es una Europa campeona de las libertades? ¿Es una Europa de la cultura, de la poesía, de la belleza, de la reflexión? ¿Es una Europa donde las lenguas y culturas minorizadas son salvaguardadas, o bien van liquidándose día a día? ¿Es una Europa plena de paisajes bellos, o bien de monstruosas aberraciones? ¿Es una Europa que se preocupa por el futuro de las próximas generaciones, una Europa con cabeza, razonable, que considera cada recurso con mimo y aprecio?
O quizá construimos una Europa fría... Una Europa sin ilusión. Donde la ilusión puede tenerla la gente adinerada, los afortunados, aquellos a los que el dios capital acaricia, aquellos que tienen la suerte de ganar cada mes _como los ilustres eurodiputados_ unos salarios de verdadero escándalo, escarnio gigantesco para las clases populares. Una Europa donde no son prioridades ni la cultura o el arte, ni el respeto hacia tierras y paisajes, ni el respeto hacia los todos los seres vivos, ni el respeto hacia los recursos naturales. Una Europa donde las lenguas y culturas pequeñas no tienen espacio. Una Europa que no se erige en guía de libertad y derechos humanos para el mundo (muy dada a la genuflexión ante grandiosos intereses económicos para garantizar sus "intereses").
Estamos construyendo una Europa que no ilusiona, una Europa que ni tan siquiera empuja a las personas a ejercer ese aparentemente mínimo y maravilloso derecho: el voto.
¿Dónde está la ilusión de los fundadores de la Europa moderna? ¿Qué es lo que está creciendo sobre los campos antaño ensangrentados de Europa? El camino a recorrer podría ser esperanzador. Pero no abunda la necesaria ilusión, que es luz que levanta hermosos horizontes, que es fuerza para el alma, que es deseo fuerte de trabajar por algo noble.
Ha ganado, ha vencido la abstención. Y hemos perdido todos. Europa ha perdido. ¿Dónde va Europa, hacia qué yermos grises por los senderos de aquéllos que la guían?
Juan Bielsa