Cosecha de palabras
Ahora es mejor escuchar. Ahora es mejor que las palabras tengan vida propia, que nazcan del centro mismo de la justicia. Que viajen al mundo rojizo donde reza el crepúsculo. Las palabras son pájaros en un libro de horizontes. Marchad, palabras, como algo vivo, supremamente rugientes, al encuentro de los vientos y el púrpura. Teñíos de alegrías y remordimientos, revolcaos en la hierba y en el barro, convivid con el dolor y el fracaso de los corazones por un tiempo. Palabras de sangre ahora, después inmaculadas, cansaos en estas horas como niños jugando… Conoced un silencio que no conoció vuestro misterio. Entreteneos en el mundo, sed como vagabundos recorriendo sendas de piedra o polvo, ensuciaos ahora con la tierra y las luces breves, jugad y sufrid con las cosas antes de que vuestra simiente se despliegue, antes de que vuestra luz ciegue estos caminos.
Algún día las palabras cambiarán el mundo. Palabras vendrán desde el país más grande y más cercano. Las palabras serán entonces más poderosas que gigantescos meteoritos devorando planetas. Acoged, palabras, todas las promesas, toda la luz, todo el amor en vuestro regazo, como provisión para una colisión contra las sombras. Cuando llegue el momento sin límites, vuestro vientre entregará un alba que disolverá tristezas de siglos infinitos, seréis el amor con manos suaves, seréis alegría como la más esperada de las lluvias, seréis brisa de eternos mares.
Palabras, dibujad las sendas, delimitad los mapas sin fronteras por los que ha de transitar la única existencia. Purificad el agua de todos los jardines en el alma; liberaréis las divinas semillas atrapadas en el cieno. Sois altísimas; recogeréis vuestros ecos hundidos en los abismos, secaréis últimas lágrimas, recogeréis todo aquel fruto que os pertenezca. Llega la estación de vuestra cosecha. Trabajaréis en el gran día como enviadas del único amor. Palabras, laboraréis pronto en los campos maduros y quemados, sois el camino hacia la casa tras todos los trabajos; derramaos ya por las hazas con hoces de justicia. Oh palabras, iluminaréis el tesoro del cielo con doradas, infinitas gavillas de corazones en retorno.
Juan Bielsa